Las alzas y su impacto en la clase trabajadora

El alza de precios en los productos fundamentales para el consumo en el hogar, son preocupaciones crecientes para la clase trabajadora, por lo que requieren nuestra especial atención. Esto, porque dicho fenómeno, no solo impacta negativamente en el acceso a bienes y servicios de primera necesidad, por parte del pueblo, si no que, además, tiene un impacto directo en la caída de los salarios reales, lo que genera un inevitable empobrecimiento de la clase trabajadora.

En este contexto la necesidad de comprender el fenómeno de las alzas y su rol en el marco de la acumulación capitalista y la lucha de clases es fundamental.

La estanflación y los fenómenos internacionales

Lo primero que debemos considerar, es que el proceso inflacionario no solamente está ligado a nuestro país, sino que corresponde a una situación a nivel mundial, que los economistas burgueses han denominado la “estanflación”, que como su nombre indica, es el momento en que una economía atraviesa la inflación y el estancamiento económico, es decir, la recesión y/o caída sostenida del crecimiento económico del país, en el mismo momento en que los salarios reales caen y los precios se mantienen al alza.

En marzo del 2022, el Banco Mundial comentó que más del 50% de los países del mundo podrían pasar por este proceso de estanflación, lo que indica que la mayoría de los países están en riesgo de caer en dicha situación, pero a lo que respecta Chile, se habla particularmente de un sobrecalentamiento económico, que se podría considerar una fase previa, en la que el mercado nacional no puede sostener la alta demanda del consumo empresarial y de los hogares, por lo que los precios se disparan, y las instituciones financieras aumentan las tasas de interés para contrarrestar el gasto de las personas y las empresas.

Al mismo tiempo, Chile está pasando por un proceso de desaceleración económica -más allá del crecimiento generado en el último año de Piñera, que no es más que la reanudación del comercio internacional tras la fase crítica de la pandemia- que está acompañado por una creciente desconfianza de la burguesía respecto a la capacidad del gobierno de Boric de garantizar estabilidad social, y el fortalecimiento del régimen democrático burgués -en el marco de su estrategia de dominación-, lo cual, sumando a la incertidumbre respecto al desenlace que tendrá el proceso constituyente y su impacto en el movimiento de masas, hacen que las proyecciones no sean alentadoras, situando el crecimiento económico en no más de 1,5% para el 2022, y previendo incluso una recesión económica en los siguientes años.

Además del sobrecalentamiento económico -generado a partir de los retiros de AFP, los IFE y la llamada “inflación autoinducida” en la que los capitalistas aumentan los precios, ante una predicción del mercado, que fue hecha en base al aumento del poder adquisitivo parcial de los chilenos- y la posible integración al rango de “estanflación” en los próximos años, también la guerra imperialista entre Rusia y Ucrania ha dejado consecuencias a nivel mundial.

Rusia y Ucrania son dos de los principales países exportadores de trigo en el mundo, por lo que juegan un papel importantísimo en el circuito internacional de la producción de harina, lo que ha llevado a un aumento del precio del trigo, y por tanto, genera incidencia en los precios del pan, el cual es el alimento más consumidos por la población chilena, no obstante, este es uno de los productos que no ha visto su aumento de precio más exorbitante, debido a que el segundo país que más produce y exporta trigo en el mundo, la India, ha batido récords históricos en la producción de trigo, mermando levemente el alza en los precios internacionales de este producto, ya que ha podido -bajo las mismas palabras de su ministro de consumo, alimentación y distribución pública- dar abasto a la demanda internacional.

Por otro lado, las sanciones a Rusia llevaron al país a detener sus exportaciones de semillas de girasol, por lo que el excesivo aumento del precio del aceite se debe al posible déficit que pueda tener la producción de aceite maravilla en un futuro, cabe recordar, además, que este producto también se ve “inflado” por la propia anticipación de los capitalistas en la subida de precios, y por la alta demanda, la que acrecienta aún más el precio de la mercancía.

Además, otra de las consecuencias de la guerra imperialista es el aumento en el precio de todas las materias primas, por lo que el cobre, si bien ve un alza en su precio, también lo hacen los combustibles, fundamentalmente la parafina (72,9%), petróleo diésel (51,1%) Gasolina (30,8%) y el pescado (24,5%).

La clase trabajadora, sobre todo los sectores más precarizados de la clase son sin duda, los más afectados ante la inflación, y más aún cuando se proyecta una recesión económica, pues es indudable que la caída de los salarios reales y el aumento del coste de la vida en general, irán acompañados de un incremento del desempleo. En este sentido, es fácil avizorar que se abre un escenario de crisis económica, la que una vez más, caerá en los hombros del pueblo.

Quienes primero verán el efecto de la inflación son los trabajadores del retail, los subcontratados, los trabajadores de pymes y de la construcción. Esto principalmente, porque son los sectores con mayor precarización laboral y salarios más bajos.

El anuncio del presidente de la Cámara Chilena de la Construcción, donde indicó que habrá una disminución del 3% de la inversión en dicho sector (esto principalmente por el aumento en el costo de los materiales de construcción que han alcanzado un incremento del 17%), es una antesala de lo que se viene para los trabajadores del rubro, en un mercado que en los últimos años había demostrado una clara expansión, generando un importante impacto, tanto en el congelamiento de los salarios, con la consiguiente pérdida de capacidad adquisitiva de estos sectores como en el aumento del desempleo y la precarización de las condiciones laborales.

Por otro lado, el Banco Central no ha descartado aumentar aún más la tasa de interés de los créditos para contrarrestar la circulación de dinero efectivo dentro de la economía, lo que significa desacelerar el lento proceso de recuperación de la pymes, las que de por sí, y como fuente laboral del alrededor del 50% de la fuerza de trabajo en Chile, generará un impacto directo en la baja de los salarios nominales, lo que sumado o los efectos de la pandemia, donde aún no se logran recuperar el total de empleos y empresas que existían antes de la crisis sanitaria, generará una ralentización la recuperación de puestos de trabajo y por consiguiente una prolongación del desempleo que afecta a la clase trabajadora (solapado por el empleo informal y el cuentapropismo).

Hay otro punto a considerar también, y es que, si bien el mercado laboral oficial se ha visto sumamente afectado con la inflación y la pandemia, lo cierto es que los trabajadores también han marcado una nueva tendencia, y es la del trabajo informal y el cuentapropismo, la primera se encuentra en 27,8% del cual el 15,4% corresponde a cuentapropismo. Esta forma de precarización y autoexplotación laboral (donde el mayor acenso se ha ubicado en el comercio y en la construcción), ha tenido un gran incremento, no solo como resultado del desempleo, si no también, debido a la incidencia de la mano de obra extranjera.

Podemos decir que el proceso internacional de inflación afecta ante todo a la clase trabajadora, que una vez más paga el costo de la crisis, pero también a la pequeña y mediana burguesía, disminuyendo su acaparamiento de ganancias, ralentizando el proceso de recuperación económica de estos sectores, principalmente por su incapacidad de invertir debido a las altas tasas de interés y los altos costos de bienes intermedios necesarios para que el capital circule y se reproduzca en la economía. Esto, naturalmente, trae sus consecuencias, primero aumenta la tasa de informalidad, el cuentapropismo y el desempleo, esto, sumado a la inflación, genera una disminución del poder adquisitivo y un aumento de los precios, lo que no es más que la pauperización de la vida de la clase trabajadora.

Todos estos elementos se han convertido en tendencias del capitalismo chileno, lo que proyecta un escenario complejo para nuestra clase, lo que abre una oportunidad para los sectores reaccionarios y oportunistas, que, al acecho del agotamiento de la estrategia de dominación de la burguesía progresista, aspira a conducir el descontento de las masas mediante el camino del discurso del nacionalismo burgués, el control y la “seguridad” social, mientras en la práctica aspira al fortalecimiento de la liberalización de la economía.

Por nuestra parte, la tarea para los revolucionarios es propiciar las condiciones de organización y lucha de los sectores de trabajadores mas golpeados por la crisis, propiciando tanto en el discurso como en la práctica la autonomía de clase, como un factor esencial para la ruptura con las estrategias de dominación de la burguesía, y su régimen democrático burgués.

Hoy la necesidad de construir una alternativa revolucionaria en el seno de la clase trabajadora, al interior de los sectores mas empobrecidos, nos parece una tarea de primer orden. Anclar la fuerza militante en los lugares de trabajo, junto a la agitación política y la pedagogía revolucionaria son una necesidad impostergable para quienes asumimos la necesidad de constituirnos en alternativa en oposición a la estrategia de la burguesía reaccionaria, que operará como salvavidas de la crisis.

No podemos permitirnos que el descontento de las masas sea canalizado una vez mas por el bloque en el poder, ya sea sus sectores progresistas o reaccionarios. Dejar el flanco abierto y no dar una disputa contra sus estrategias y métodos de cooptación nos parece una actitud inaceptable si nos declaramos militantes revolucionarios. Hoy mas que nunca la clase trabajadora requiere de la vocación, disciplina, entrega y capacidad creativa de nuestra militancia, la necesidad urgente de desarrollar una táctica asertiva respecto a la correcta inserción en nuestra clase, la ruptura total con el burocratismo sindical, con el discurso progresista del gobierno y sus fuerzas políticas, y con la salida burguesa que tendrá esta crisis, donde los sectores mal llamados fascistas (bajo nuestra concepción entendidos como reaccionarios), serán la punta de lanza en la respuesta que el bloque en el poder, y el régimen democrático burgués, tendrán a la grave situación que se avecina para nuestro pueblo.

Contra las alzas y la explotación

A levantar la insurrección