Contra la burguesía progresista y reaccionaria: ¡militancia revolucionaria!

Las recientes elecciones presidenciales han expuesto algunos elementos que es relevante analizar de cara a comprender el estado actual de la lucha de clases.

Respecto al abstencionismo

Por un lado, se han hecho múltiples interpretaciones del abstencionismo, donde los sectores progresistas, indignados por la baja participación electoral, cuestionan y culpan a los sectores populares, indicando una falta de conciencia, o un retroceso desde el 18 de octubre hasta ahora. Este análisis, no amerita de grandes intelectuales, que a la clase trabajadora le falta conciencia de clase, si, que ha habido un retroceso en el campo popular también, pero en ningún caso, esto tiene que ver con el problema electoral. El retroceso del campo popular y la escasa conciencia de clase, tienen que ver de forma directa con la ausencia de un proyecto propio que represente los intereses y aspiraciones de la clase.

Si la expectativa del progresismo era que la clase trabajadora pasara de ser carne de cañón a vagón de cola de su política, estrategias, acuerdos y sus referentes orgánicos, claramente eso no ocurrió de cara a estas elecciones. Esto, tampoco significa, como algunos mencionan que el pueblo tenga una posición anti electoral, ni que esto sea una forma consciente de castigo o de protesta. Pero mas allá de esforzarnos por hacer interpretaciones de este fenómeno, lo importante es destacar al menos dos elementos:

1. El agotamiento de la democracia burgués aun no está superado.

2. La fuerza social de las masas desplegada en la revuelta no fue capitalizada por los revolucionarios, pero tampoco por las expresiones políticas de la burguesía.

Respecto a la composición del voto

Parece interesante analizar cómo se comportó el voto tanto de forma nacional, como dentro de la región metropolitana, esto dado que el éxito de Kast en el norte como en el sur de Chile dan cuenta de fenómenos que si bien son disimiles han encontrado una misma salida a la crisis.

Como ya sabemos, la profunda crisis migratoria en el norte ha llevado a generar un rechazo por parte de sectores amplios de la población, quienes han encontrado en los inmigrantes un responsable de la perdida de fuente laboral, o del empeoramiento de sus condiciones de vida. Esto, resultado de la falta de conciencia de clase, ha sido alimentado por el discurso populista de la reacción, quienes han aprovechado la oportunidad para instalar un discurso patriótico antimigrante, capitalizando a importantes porciones de la clase trabajadora bajo su política.

A diferencia de esta situación, en el sur el foco principal ha estado dado por el ascenso del conflicto en el wallmapu, donde la estrategia contrainsurgente del Estado, no solo ha buscado aniquilar a sus organizaciones y militantes, si no también aislarlos socialmente, mediante un despliegue comunicacional basado en el montaje, criminalización, y deslegitimación de la lucha mapuche. Desde aquí, que el resultado de las elecciones en el sur tenga estrecha relación con el éxito del discurso de la seguridad y orden público.

Finalmente, en la Región Metropolitana, la victoria de Kast en regiones se revierte con la mayoría que alcanza Boric, quien concentra su mayor adhesión en los sectores medios (basta con analizar los resultados de comunas como Ñuñoa versus Renca o La Granja) lo que resulta evidente pues, como ya mencionamos en el artículo anterior, responde a la estrategia de gobernabilidad de la burguesía, basada en la amplitud democrática, lo que implica integrar, en una suerte de alianza, a los sectores medios y sus intereses.

El fracaso precipitado del oportunismo de izquierda y su alternativa democrático popular

La revuelta abre, como ya hemos dicho, la posibilidad para consolidar a los sectores medios tras al menos una década de ascenso social, político y organizativo. Pero también sembró en la clase trabajadora una indudable disposición de lucha, que puso en jaque la gobernabilidad del bloque en el poder. En este contexto, no faltaron los sectores oportunistas, que aspiraron a canalizar la fuerza del campo popular a través del rumbo democrático. Caso emblemático fue la conformación de la Lista del Pueblo, que tuvo un fuerte respaldo popular en las elecciones de candidatos para el proceso constituyente.

La lista del pueblo representó para los sectores populares la incipiente necesidad, que se origina con el ascenso de la lucha de clases, de ver representados sus intereses en una expresión orgánica. Sin embargo, dicha expresión, no fue mas que la convergencia de voluntades individuales de sectores reformistas y populistas, bajo el marco de una apuesta electoral, carente de programa, de estrategia, y de base social, intentando asumir, sin éxito alguno, un rol de vanguardia política de la clase trabajadora.

El resultado, fue el fracaso rotundo de esta apuesta política, que de manera vertiginosa termina en el fraccionamiento, y la deslegitimación de sus integrantes, producto de prácticas vergonzosas que no viene al caso exponer acá. Si bien, en apariencia, esto no tiene mayor trascendencia para nosotros como revolucionarios, si tiene un profundo impacto en los sectores populares, que ven ahogadas sus esperanzas depositadas en este espacio, donde el fracaso político de estos sectores termina siendo el fracaso moral de un sector importante de las masas, y por tanto un retroceso ideológico para la clase trabajadora.

Creemos que es importante hacer esta lectura, porque, más allá de diferir diametralmente con estos sectores oportunistas, cruza las causas del abstencionismo, y también el retroceso en la disposición de lucha de los sectores populares. Básicamente, podemos decir que estos sectores operaron para la burguesía mediante la cooptación e institucionalización de las aspiraciones populares y el resultado fue, finalmente, la liquidación de la lucha de masas.

 

¿Que se juega hoy en la segunda vuelta?

De cara a lo anteriormente mencionado, esclarecer que se juega en esta segunda vuelta, es fundamental para no repetir lo sucedido con el proceso constituyente, y confundir al pueblo con falsas ideas de conquista social y victorias donde no las hay.

Primero es importante sistematizar algunos elementos:

– El agotamiento de la democracia burguesa aun no está resuelto para la burguesía, y lo que precisamente se juega en estas elecciones son las estrategias de gobernabilidad, que tienen por objetivo, recuperar la legitimidad y estabilidad perdida.

– Esto tiene un carácter estratégico para la burguesía, pues la actual fase de acumulación del capitalismo se sostiene en el régimen democrático burgués, como principal premisa para sostener los objetivos de la gran burguesía transnacional, la movilidad de capitales, la diversificación de mercados y por consiguiente, la maximización de la tasa de ganancia de los grandes monopolios.

Dicho esto, es fundamental esclarecer que lo que hoy está en juego en las elecciones, como mencionamos en el articulo de coyuntura anterior “no es, en ningún caso, el proyecto de la burguesía, ni tampoco el sector hegemónico al interior de esta, si no la estrategia a implementar para la salida de la crisis de legitimidad que sufre la democracia burguesa y el bloque en el poder.

Desde ahí que reconocemos dos estrategias de la burguesía representadas políticamente en ciertos sectores y candidaturas en apariencia antagónicos, pero que en la práctica responden al mismo proyecto hegemónico.”

Boric, la ampliación de la democracia burguesa, y su táctica centrista para la segunda vuelta

Boric y su candidatura, es la representación de dos elementos principales, por un lado, la consolidación de la alianza entre las fracciones de clase que componen los sectores medios, y la estrategia de gobernabilidad basada en una ampliación de la democracia.

Esto, mediante la integración de los sectores medios a la administración del Estado (siempre bajo la hegemonía de la gran burguesía transnacional) y la representación de un programa progresista, que dicho sea de paso, va cediendo terreno a pasos agigantados a las apuestas de consenso que a nuestro parecer representaba la candidatura de Yasna Provoste.

Lo que puede ser entendido para algunos como la evidente derechización del discurso de Boric no es otra cosa que satisfacer la opción política de consenso de la gran burguesía entre las dos estrategias de gobernabilidad en disputa, aun cuando eso signifique dejar en segundo plano los intereses de los sectores medios. Que por lo demás, no tienen mayor relevancia en el escenario actual, donde su apoyo a la candidatura de Boric no está en juego, gracias a la campaña social de estos mismos sectores y de la propia burguesía en defensa de la democracia.

En esto queremos ser enfáticos, el discurso electoral antifascista ha tomado un rumbo peligroso, no solo por salir en defensa de una estrategia de gobernabilidad a favor de la burguesía, si no que, por sobre todo, colocar el espíritu democrático burgués como un valor fundamental que toda la sociedad debiera defender. De ahí, que se observa con claridad en las vastas campañas pro Boric, una suerte de desesperación ante la idea de que la crisis de la democracia burguesa se ponga en juego. El dantesco escenario de propaganda por redes sociales, que muestra el claro temor a que se agudicen las contradicciones y que se eleve la lucha de clases, deja de manifiesto la total desconfianza en las fuerzas de la clase trabajadora y en su potencialidad de lucha, así como la claudicación de muchos que pregonaban posiciones clasistas, pero que hoy no temen salir en defensa de una estrategia burguesa, incitando al pueblo a ser parte del camino electoral, confundiéndolo, deformando al enemigo, y llevándolo por un camino de esperanzas que en ningún caso serán resueltas por Boric ni su gobierno.

 

Kast, la consolidación de la reacción burguesa, y su alcance político en los sectores populares

Que Kast sea una amenaza para el pueblo es indudable, como también lo es la alternativa de Boric para el proceso de lucha del campo popular.

Sin embargo, lo que está claro es que la apuesta de Kast, es la apuesta mas reaccionaria de la burguesía. Tal como mencionamos en el artículo anterior “para estos sectores (de la burguesía) no cabe dentro de su estrategia de gobernabilidad alianzas con los sectores medios, pues, el discurso progresista de estos últimos no dialoga con la idea de relegitimar la democracia mediante el uso de la autoridad y mando para resguardar el orden y la seguridad pública, condición necesaria para asegurar la tranquilidad de los capitales transnacionales.

Esta estrategia expresada por Kast y su programa de gobierno, en caso de imponerse en las elecciones, tendría directas repercusiones en los sectores medios, que, excluidos de la dirección política del Estado, se verían forzados a asumir protagonismo y mayor inserción en el mundo popular, lo que significaría para ellos cooptar mediante el discurso, y la conducción de las organizaciones de masas a la clase trabajadora, en una suerte de “alianza” donde los sectores populares serán una vez más (como lo han sido esta última década) carne de cañón para las mesas de dialogo y acuerdos de cocina que caracterizan a los sectores medios, quienes por supuesto, dado que nacen al calor del mismo desarrollo del capitalismo en Chile, lejos de querer destruirlo solo necesitan ampliarlo para dar respuesta a sus intereses como clase (o mejor dicho alianza de fracciones de clase).”

Esto sin duda ahogaría la potencialidad revolucionaria del campo popular, dado que al encontrarse ante una evidente derrota moral y material después de la revuelta, junto al rol de dirección política que asumirán los sectores medios en la lucha de masas, ubicará a la clase trabajadora en un rol seguidista, con escasa o nula autonomía, carente de organización y programa.

En definitiva, lo que debemos destacar es que para la clase trabajadora, cualquier opción de gobierno, no significará de por sí, un escenario mejor o peor, más bien, dado que estas elecciones definirán el carácter del nuevo periodo de la lucha de clases, a través de la estrategia dominante que asuma el bloque en el poder, lo relevante será la capacidad que se desarrolle para aprovechar el escenario que se dé, a favor del fortalecimiento de la clase, tanto en lo organizativo, como en lo ideológico y político, elevando así, la posibilidad de incidir en la lucha de clases a favor de sus propios intereses. En síntesis, como ya lo hemos dicho anteriormente: “más allá de las diferentes estrategias de gobernabilidad que propone el bloque en el poder y las posibles repercusiones que estas estrategias puedan tener en el escenario político, lo que no debemos perder de vista es que el consenso no se ha puesto en entredicho, ni la hegemonía de su sector dominante, al contrario, sigue totalmente vigente. Esto quiere decir que no existen conflictos interburgueses, si no diferencias en como resolver la crisis, derivada del agotamiento de la democracia burguesa”, y que por tanto, las tareas, desafíos y posibilidades de victoria de la clase trabajadora y los sectores populares no están puestas en el campo electoral, si no en su desarrollo interno, propio, autónomo como clase.

 

 

 

La única alternativa de la clase trabajadora y los revolucionarios

Dicho lo anterior, es que nos parece fundamental de cara a la coyuntura posicionarnos de forma clara y contundente, a favor de la clase trabajadora y no del progresismo ni la reacción burguesa.

En este punto, somos categóricos y no nos cabe duda de la certeza de nuestra posición: el rechazo total a las elecciones burguesas y a sumarnos al circo electoral.

Boric no es ni será la apuesta de los trabajadores, aun cuando pueda sumar en miras a la segunda vuelta mayor adherencia del mundo popular como resultado de la campaña electoral que han impulsado reformistas, progresistas, oportunistas, desesperados pequeñoburgueses, y sectores anarquistas y marxistas mal autodenominados como revolucionarios.

La ofensiva reaccionaria y fascista de sectores de la burguesía, como resultado del proceso de agudización de las contradicciones y conflictos al interior de la lucha de clases, debe ser combatida sin lugar a duda, comprendiendo a su vez que en la medida que más se eleve la lucha de clase, mas se radicalizará el enemigo, y por tanto la confrontación será cada vez peor. Pero para esto, lo fundamental es entender que nuestra pelea como revolucionarios, y la de la clase trabajadora, no debe ser jamás, solo contra la cara menos amable de la burguesía, si no contra la burguesía en su conjunto. La salida pactada a la democracia ya demostró el fracaso de esos caminos intermedios.

Nuestro esfuerzo material debe estar puesto en dinamizar y movilizar a la clase trabajadora para hacerse cargo de las tareas históricas de este periodo: la organización popular en base a las contradicciones fundamentales que a traviesan su vida: el trabajo, los derechos negados, la precariedad de la vida y el ejercicio de una práctica política que forje la semilla de un nuevo poder popular. A su vez que elevar sus reivindicaciones y disposición de lucha, haciendo práctica, legitima y necesaria, la autodefensa de masas y los métodos insurreccionales de protesta y lucha callejera.

Para esto, no necesitamos de arengas de redes sociales, ni de acciones auto convocantes para mirarnos entre convencidos, necesitamos despojarnos de la comodidad y precariedad teórica y practica que atraviesa a los revolucionarios, mediante el único camino posible para superarla: la militancia combativa y revolucionaria.