29 DE MARZO JUVENTUD COMBATIENTE

Sobre el rol histórico de la juventud

En el marco de un nuevo año de conmemoración del 29 de marzo, día del joven combatiente, nos parece importante exponer nuestra concepción sobre la juventud popular desde la vereda del marxismo insurreccional en Chile, con la intención de poner al centro de la discusión el rol que desempeña en la lucha de clases, su situación político social actual y los desafíos que debe asumir la izquierda revolucionaria realmente comprometida con la construcción del proyecto emancipatorio de la clase trabajadora.

Desde Fuerza Acción Revolucionaria, reconocemos en la juventud popular componentes fundamentales para la construcción revolucionaria: Su rol transformador y dinamizador. Como muchos lo han dicho a lo largo de la historia, en los hombros de los jóvenes recaen grandes desafíos y responsabilidades del proyecto revolucionario, ya que, desde su esencia misma, los jóvenes son sinónimo de espíritu, energía y cambio. Dándole continuidad al proyecto de la revolución con el compromiso material, y sobre todo moral, que aquello reviste.

Bajo nuestras concepciones, la construcción del proyecto revolucionario en Chile se da, de forma intrínseca, codo a codo con la juventud, pues estamos convencidos que este sector, desempeña un rol dinamizador en los conflictos de la lucha de clases, de protagonismo desde las trincheras estudiantiles, y de desborde en las diversas luchas del pueblo trabajador.

 

Juventud y potencialidad revolucionaria

La juventud habita un proceso caracterizado por una serie de cambios en distintos ámbitos de la vida, donde el aprendizaje social, la curiosidad, y el descubrimiento de nuevos conocimientos ocupa un rol fundamental, así mismo existe una ruptura material y social de las aspiraciones de futuro que tiene el joven popular versus la realidad material que lo segrega, margina, y limita.

Esto abre un campo de profundas contradicciones y frustraciones, pues no solo está expuesto al permanente cuestionamiento social, sino que también a las formas más radicales de explotación y abandono, ya sea en su condición de jóvenes trabajadores, madres, padres, estudiantes, etc.

Considerando lo anterior, es lógico inferir que el joven busca canalizar este descontento de múltiples maneras, donde el sistema le ofrece una vasta variedad de mecanismos evasores, ya sean las drogas, los video juegos, el futbol, el carrete, la moda, las tribus urbanas, o la competencia expresada en una lógica aspiracional, ya sea en los estudios o en la adquisición de bienes. Todo esto, genera una profunda descomposición ideológica que marca a una porción no menor de la juventud, tanto por su desclasamiento o por su atomización social.

Sin embargo, el origen de la contradicción que atraviesa a los jóvenes de nuestra clase, nace precisamente donde habitan los sueños, y anhelos de futuro, y que este mismo sistema le niega, pues los jóvenes no son homogéneos, están determinados por la clase a la que pertenecen, y en este sentido, los hijos e hijas de la clase trabajadora, sufren las mismas precariedades que sus padres y familias.

Esto quiere decir, que el joven popular tiene un doble potencial, por un lado, la contradicción que lo atraviesa genera un descontento social, que tiene una enorme capacidad para catalizar procesos de lucha, transformar la frustración en acción política, canalizando la rabia y el odio de clase que se engendra de forma inconsciente en la juventud, hacia formas de organización rebeldes y rupturistas. Así mismo, su condición material, como parte de la clase trabajadora, le permite desarrollar la conciencia de clase y elevarse políticamente, en la medida que sea capaz de subvertir las prácticas descompuestas que el capitalismo le ofrece, y reemplazarla por la acción colectiva, consciente y organizada.

Teniendo en cuenta además que el sujeto joven, por lo general, cuenta con mejores condiciones para la organización, tales como mayor tiempo o menor cantidad de responsabilidades imposibilitantes, es posible impulsar de sobre manera esta potencialidad revolucionaria. En este sentido, es que como organización vemos en la juventud enormes condiciones para impulsar el desarrollo del proyecto revolucionario en Chile, por su espíritu transformador y combativo capaz de dinamizar a gran escala, los conflictos en los que toma forma la lucha de clases en nuestro país.

Juventud combatiente, es sinónimo de fuerza, ímpetu, sacrificio y disposición a entregarse por entero al camino de la revolución socialista, en Chile y en cualquier lugar del mundo. Es por ello que tomamos las figuras de Pablo, Eduardo y Rafael como imagen viva del compromiso material, y por sobre todo moral, del largo y arduo camino de la lucha y la militancia revolucionaria.

 

Desafíos para la construcción de fuerza revolucionaria en la juventud

Es evidente que la potencialidad revolucionaria de la juventud, contrasta de forma cruda con sus actuales condiciones subjetivas. Sin embargo, dar un paso al lado en esta situación, negando la posibilidad de construir con las y los jóvenes de la clase, seria un error brutal, y una victoria política e ideológica para el enemigo. En su lugar, es deber de los revolucionarios asumir la responsabilidad de la recomposición orgánica, ideológica y política de los jóvenes, así como cualquier segmento o sector de la clase trabajadora en que nos encontremos insertos.

Es por esto que, consideramos fundamental construir una política revolucionaria para la juventud popular, colocando de relieve la realidad material que habita a la juventud, reconociendo su versatilidad, y su arrojo, y acompañando los procesos de lucha, de combate y de organización que va gestando en liceos y poblaciones, al calor de sus intereses más concretos e inmediatos, a su vez que aglutinar a aquella fuerza social juvenil que va desarrollando conciencia de clase y asumiendo de forma más decidida un compromiso con el proyecto político revolucionario.

Todo esto es para nosotros, tareas de primer orden en el trabajo de masas con la juventud, aprendiendo constantemente de la rica experiencia, prácticas y formas alegres y rebeldes que caracterizan la acción política de los jóvenes.

Lejos de apaciguar el ímpetu juvenil, queremos desatarlo, lejos de suprimir sus dudas e inquietudes, queremos multiplicarlas, lejos de domesticar su fuerza, queremos transformarla en motor para la revolución, y lejos, muy lejos de la infantilización que la militancia “madura” ejerce sobre los juventud, nosotros vemos al joven revolucionario como un compañero de igual a igual, capaz de asumir las mismas responsabilidades y tareas que cualquier otro compañero, lo asumimos plenamente consciente de sus actos, y por tanto no lo victimizamos ni somos complacientes, exigiendo la misma entrega, madurez y compromiso que cualquier otro compañero.

En este mismo sentido, estamos convencidos que el camino para la juventud popular que va adquiriendo mayor desarrollo político es la militancia revolucionaria, como única forma de asumir un compromiso real con la revolución, tarea que demanda de nuestra total entrega y compromiso, tanto en lo moral como en lo práctico. Es la forma más elevada que toma el estado de conciencia de clase en las masas populares, por lo que debe estar al centro de nuestro quehacer político. Por ende, la construcción de una alternativa orgánica que milite un proyecto político revolucionario, es la forma que tenemos, por excelencia, de convertir el ímpetu y espíritu transformador de los jóvenes en fuerza material para la revolución.

Dicho esto, somos enfáticos en decir que la militancia revolucionaria es tarea de todos los días, y desde aquí hacemos un llamado a la juventud: hoy no basta, sólo con asistir a conmemoraciones anuales, ni mucho menos con la difusión de propaganda política en redes sociales, no basta con reproducir espacios de comodidad mediante el amiguismo, o llevar a cabo tal o cual acción directa o de propaganda. Tener un norte, un proyecto, una aspiración de futuro, y jalonarlo mediante un proceso sistemático, planificado y por sobre todo colectivo, es la única forma de que podamos impulsar el proceso revolucionario en Chile.

En la protesta y la organización

Crecen los jóvenes para la revolución